Se bañaba en carmín cada mañana para vestir sus mejores sonrisas, abrigaba con colorete sus mejillas y araba sus cabellos para sembrar miradas por la calle. Lunes, martes, miércoles... día sí y día también deambulaba por la acera y fingía tener algo que hacer, algún lugar al que ir, que alguien la esperaba con ansias y que por él correteaba...
Tanto tiempo fingió y tan bien ensayado tenía su papel que terminó creyendo su propia pantomima y encontró algo que hacer, un lugar al que ir y a alguien que la esperara con ansias y para quien llegar tarde con la sonrisa puesta, tal vez menos carmín y el brillo en la mirada de aquél que conquista sus deseos.
La llamaban camino y camino quiso cambiar.
Alfredo Gil Pérez 22/02/2013
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